Yo crecí
escuchando la poesía de Sabina en un walkman, crecí con un una pequeña y
variopinta colección de vinilos, que incluía títulos tan dispares como Las Cuatro Estaciones de Vivaldi o el
mítico Imagine de John Lennon,
discos que no paraban de sonar en un tocadiscos que ya no funciona. Crecí con
la voz de mi madre inundando toda la casa, cantando alegremente villancicos en
navidad o entregándose a las letras de Raimon o Ana Belén el resto del año,
crecí con sábados por la mañana en familia, desayunando todos juntos, con el
aroma del café, las tostadas y el
chocolate caliente endulzando el ambiente, amenizados por el No es un día cualquiera de Rne, que
sonaba en la pequeña radio de la cocina desde primera hora de la mañana.
Ahora que dicen
que ya soy mayor, sigo estremeciéndome con la poesía de Sabina y disfrutando
con la discografía de los Beatles, hoy que ya soy mayor escucho la radio todo
el día, desoyendo las palabras de alguien que una vez me dijo que quien se pasa
el día escuchando la radio no sabe estar solo consigo mismo.
Hoy que ya soy
mayor ,cuando llegan los sábados por la mañana, doy gracias de poder seguir despertándome en
esta casa con olor a limonero, y me siento afortunada de poder desayunar en
esta cocina bañada por el sol, con el aroma del café y las tostadas, con el
sabor del chocolate caliente endulzando el ambiente, porque ahora, como antes,
como siempre, la pequeña radio de la cocina sigue funcionado desde primera hora
de la mañana y hay que saber disfrutar de las cosas pequeñas.
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Ésta es la primera radio que tuvieron mis padres, con los avances de la tecnología la cambiaron pero sigue funcionando perfectamente, y mi abuelo, a quién no le importan las tecnologías, sigue disfrutando con ella y yo con él.